sábado, 28 de diciembre de 2013
Rosa Moreno Alcaraz
La cabeza del dragón, Ramón del Valle-Inclán.
En escena aparecen tres niños, hijos del rey, jugando a la pelota, a saber: el príncipe Verdemar, el príncipe Ajonjolí y el príncipe Pompón. Cada uno de ellos, al perder la pelota, piden a un duende que había sido encarcelado por su padre, el rey, que le regrese dicho balón a cambio de liberarlo de su prisión. No obstante, frente al engaño del príncipe Ajonjolí y Pompón, que reciben la pelota sin liberar, según habían convenido, al duende, el príncipe Verdemar logra la llave y lo liberaliza, recibiendo, además del balón, un anillo a través del que siempre estaría a su lado. El príncipe Verdemar, frente al enojo de su padre ante la liberación del duende y, paralelamente, la posibilidad de que sus hermanos lo delatasen, determina huir.
De esta suerte, en la siguiente escena lo hallamos en una venta, rodeado de personajes como un ciego, un bufón o el mismo ventero. Allí, mientras se comenta que un dragón amenaza a la princesa Infantina, hija del rey Micomicón, arriba Espandián, a quien, tras una actuación grosera, el príncipe Verdemar se enfrenta y hiere. Finalmente, el pregonero llega al sitio y termina con la trifulca al anunciar que el rey ofrece a su hija como esposa, con medio reino como dote, a quien la libere del dragón. El príncipe, disfrazado de bufón, macha hacia el palacio del rey Micomicón, donde halla a la princesa Infantina llorando a consecuencia de su pronta muerte. No obstante, Verdemar, todavía disfrazado, trata de animarla y, cuando esta se marcha, determina enfrentar al dragón con la ayuda del duende al que había liberado en la primera escena. Este le ofrece una espada de diamantes con la que, al fin, en el bosque, el príncipe Verdemar da muerte al dragón ante los ojos de la princesa Infantina. Esta le ofrece regresar al reino con ella, no obstante, el príncipe se niega, aunque promete verla de nuevo. Verdemar, de nuevo disfrazado de bufón, presencia cómo Espandián trata de hacerse pasar por el héroe que había matado al dragón. Sin embargo, la princesa no lo reconoce, y se niega a ser su esposa. Finalmente, el príncipe Verdemar revela su verdadera identidad, de modo que la boda entre él y la princesa Infantina queda confirmada. Asimismo, durante la ceremonia la indignación del rey Mangucián, padre de Verdemar, se desvanece gracias a un escarmiento dado por el duende.
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