Por Iván Jávega López
Jordi Sierra i Fabra nace el 26 de julio de 1947 en Barcelona. En 1968 tiene sus primeros escarceos profesionales en el campo de la música. Escritor prolífico (supera los doscientos títulos publicados), ha sido premiado en numerosas ocasiones: Premio Gran Angular de Literatura Juvenil (años 1981,1983, 1994), Premio Vaixell de Vapor de Literatura Infantil (años 1990, 1998), Premio Edebé de Literatura Infantil (1994), etc. Además ha recibido varias veces el "Libro de Oro" por sus cuantiosas ventas de libros como El joven Lennon o Campos de fresas.
En Campos de fresas trata temas de interés juvenil como las drogas, la anorexia, la amistad o el amor; narrados desde el punto de vista de un grupo de adolescentes que se enfrentan a un episodio terriblemente dramático.
La historia comienza cuando los señores Salas reciben una llamada del hospital para informarles de que su hija Luciana está ingresada tras haber ingerido éxtasis. La droga le provocó un “golpe de calor” que la hizo entrar en coma, pero los médicos son incapaces de curarla, ya que la sustancia que ha tomado es una variación poco conocida del MDMA que llaman “eva” y necesitan una muestra para analizarla. A partir de ahí comienza una búsqueda a contrarreloj para encontrar al camello que les vendió la droga. Tanto los agentes de policía como sus amigos tratan a toda costa de encontrar al vendedor, de manera que la acción nos lleva al mundo del ocio nocturno, mostrándonos el lado más oscuro de los “after-hours” y la venta de drogas asociada a la cultura de la música techno. De manera un tanto estereotipada, nos describe un mundo bastante turbio que por desgracia, reproduce este tipo de sucesos en la realidad. De hecho la novela está basada en un hecho real. Desde este punto de vista, el enfoque sensacionalista del periodista que cubre la noticia, centrado en el morbo y la tragedia, refleja claramente lo que a mi parecer es el punto débil de la novela. Plasmado a la perfección en el titulo de su artículo: Bailando con la muerte.
Entiendo la intención aleccionante del autor y la necesidad de enviar un mensaje unívoco, puesto que es el motor de la novela; pero a mi parecer el exceso de realismo (drogas, muerte, depresión, bulimia…) puede distorsionar la historia por saturación, mostrándonos una visión excesivamente simplista de la realidad que describe. En ocasiones cae en la tentación de exagerar y forzar ciertas situaciones, dando lugar a escenas tan poco creíbles como la persecución al camello por parte de los amigos de Luciana. Que insisto, a mi parecer, le restan más que sumarle.
Por otro lado, la novela está bastante bien escrita para un público juvenil. Parte de una estructura dinámica que intercala la narración en tercera persona y el diálogo entre los personajes, que nos describe como son y como se sienten. Poniendo así de manifiesto sus preocupaciones más tempranas sobre la vida: el amor, la amistad, la familia… Con especial mención al monólogo interior de Luciana, que discurre en primera persona a través de profundas reflexiones mientras se debate entre la vida y la muerte. Todos estos temas son de especial interés para el lector juvenil, que puede reconocerse e identificarse en muchos aspectos y hábitos de los personajes, aunque no necesariamente en lo relacionado con el consumo de drogas.
También destacaría la alternancia de tipologías lingüísticas variadas como el registro periodístico, el médico-científico (cuando los doctores hablan sobre la sustancia), el coloquial, etc; que aportan riqueza a una obra escrita con asombrosa agilidad y que se lee muy fácilmente.
Quizás recomendaría antes El joven Lennon, pero no la descartaría del todo.
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