Jacinto Benavente |
Parece que Jacinto Benavente (1866,
Madrid), según la lectura de su obra teatral El príncipe que todo lo aprendió en los libros, aprehendió de las
lecturas de su niñez algo más que una mera diversión, un pasatiempo; o quizá
fue ese preciso pasatiempo el que lo llevó a ser Premio Nobel de Literatura en
1922.
La
trama de El príncipe que todo lo aprendió
en los libros (resumida de forma clara por Rosa Moreno en la primera
entrada de este blog) es sencilla: un príncipe sale de su reino para vivir las
aventuras que de los libros ha aprendido y aprehendido; pues en ocasiones son
estas historias las que lo guían, formando parte ya de él y de sus decisiones.
Cubierta de El príncipe que todo lo aprendió en los libros |
Los personajes (el
Príncipe Azul, su bufón Tonino, el Preceptor, sus padres, el Rey Chuchurumbé,
las tres hijas de este, la Vieja, el Ogro y su esposa la Bella, e incluso los
Leñadores) cogen, asen, desde el primer momento al lector (normalmente niño,
aunque no indispensable) y lo trasladan ‒como hacía Gerardísimo Gerardo en Si la palmera supiera…‒ desde la
realidad que nos rodea a la fantasía que nos inquieta. ¿O al revés? En cierto
modo, al igual que ocurría con El Quijote,
llega un momento en que la dimensión creada por el autor (¿o por el lector?)
conjuga realidad y ficción: ambas se solapan. Hasta el punto que los propios
personajes (distinguidos, al menos al principio, entre “cuerdos” ‒Reyes y
Tonino, entre otros‒ y “lerdos” ‒con el Príncipe a la cabeza‒) dudan de sus
recuerdos; los papeles se intercambian: la Vieja se convierte en el hada que
aconseja al príncipe, y este termina siendo consciente de la crueldad vital.
Así pues, el niño que lea esta joya de Benavente viajará por los escenarios, épocas y gentes descritas de manera graciosa y burlona por un autor esencial en la LIJ. Además, si este texto teatral es representado, además de leído, por los propios alumnos, los beneficios que Aristóteles nos legó en su máxima "docere-delectare" se duplicarán: aprendiendo y aprehendiendo en los libros.
Representación del texto de Benavente |
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