jueves, 16 de enero de 2014


Cartas de invierno


Las novelas de misterio son conocidas por su objetivo: lograr crear incertidumbre al lector. En sus páginas, además, siempre se plantea alguna pregunta que el ser humano no ha podido responder. Asimismo, uno de los planteamientos más comunes en este tipo de novelas tiene que ver con la muerte.

Así, Cartas de invierno, novela de Agustín Fernández Paz (Lugo, 1947) publicada en 1995 por Edicións Xerais, puede ser considerada como un buen ejemplo de novela de este género narrativo.

Este escritor de literatura gallega ha estado vinculado desde hace mucho tiempo a la educación, lo que le ha llevado a ser autor de libros de texto y de obras de literatura infantil y juvenil como esta de Cartas de invierno que reseño.

La novela se desarrolla entre Adrián, un pintor gallego residente en el extranjero que, cierto día, decide comprar una casa rural gallega en venta para volver a su tierra; su amigo de siempre, Xavier, quien le induce a comprar la casa anunciada bajo el título de “casa encantada”; y la hermana de Xavier, Teresa, quien recibe unas inquietantes misivas procedentes de su hermano, quien le advierte de que si no estuviera localizable, llamara a la policía. El embrujo de la casa…

Lo misterioso, lo sobrenatural, la muerte. Estas son las coordenadas sobre las que gira la historia de Cartas de invierno. Sus protagonistas son movidos por los designios de fuerzas ocultas que les llevan al límite de sus posibilidades. Esa Galicia embrujada a la que tantas veces se ha aludido, es el escenario en el que transcurre la acción.

Estilísticamente, resulta muy oportuno y acertado el modo epistolar del que se sirve el autor para expresar los sentimientos de angustia y agonía que los protagonistas padecen en los momentos álgidos de la trama. Apenas sí se hacen descripciones, salvo aquellas referidas al paisaje rural gallego. Los diálogos escasean de la misma forma. Esto es un logro del autor porque pone el foco de atención en lo que desea: el desarrollo de los acontecimientos, dejando de lado diálogos superfluos que se hubieran convertido en una auténtica rémora a la hora de lograr el ambiente de tensión perseguido.


Siendo del agrado de los adolescentes esa incertidumbre generada por este género novelístico, Cartas de invierno logra alcanzar esa misión. Por tanto, es una obra muy convincente e interesante para poner al alcance de los chavales y chavalas que pueblan las aulas de los institutos que estén dispuestos a pasar un rato incómodo, incluso agobiante, pero divertido y reconfortante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario