Sin palabras. Así
se queda uno al pasar la última página tanto de ¡Oh! como de Zoom, las
obras de Josse Goffin y Istvan Banyai, respectivamente. Y por eso mismo se
caracterizan dichos títulos, por ser unos álbumes ilustrados en los que la
palabra brilla por su ausencia, pero que expresan mucho más que los codiciados best sellers de cientos de páginas. Y es
que, en ocasiones, tan sólo basta con enseñar para transmitir. Puede que no
estemos viendo lo que uno cree, pero nos hace pensar y reflexionar, aunque al
pasar la página nos demos de bruces contra el suelo, o, si se prefiere, contra
la realidad.
Con ¡Oh! asistimos al reencuentro con
nuestro yo más profundo, ese niño (o ya no tan niño) que pasa con ilusión y
emoción las páginas del libro, expectante de lo que va a encontrar, porque el
ilustrador belga nos va dejando un rastro de lo que encontraremos en la
siguiente página. Pero también admite una lectura, no en el sentido literal,
diferente. Ya que Goffin nos “engaña”, como ya hiciera René Magritte y su Ceci n’est pas une pipe. ¿Es en realidad
una pipa? ¿O tal vez un gato con un cepillo de dientes…? Rotundamente no. Más
bien una representación.
La Trahison des images |
De esta forma,
durante sus escasas páginas, somos testigos de un (des)engaño. Donde nada es lo
que parece y todo puede ser. Se nos abre la mente a un nuevo mundo, en el que
la imaginación y la ‘no realidad’ cobran vida y nos dicen que no nos fiemos de
nuestros sentidos y nuestras inferencias.
Con Banyai y su Zoom sucede más de lo mismo. Creemos estar
viendo algo y de repente… ¡zas! Nuestra perspectiva cambia ciento ochenta grados
(sí, sí, ciento ochenta y no trescientos sesenta, porque para pasar una página
tan sólo se recorren ciento ochenta grados). Nos damos cuenta, con cierta perspicacia,
de todo lo que cabe en un sello. Absortos y anonadados presenciamos el alcance
del zoom, comprendiendo que somos una milmillonésima (y me quedo corto) parte
del mundo, un punto dentro del universo.
Y aquí Magritte
vuelve a renacer, a tomar forma y dar sentido con La trahison des images. Al fin y al cabo es lo que sucede en estos
dos álbumes, nos traicionan las imágenes y nada es lo que creemos que es. Porque
ni es una pipa ni es un gallo.
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