domingo, 19 de enero de 2014

En la jungla de asfalto

            La magnífica obra que nos ocupa es Caperucita en Manhattan, cuya autora es la charra Carmen Marín Gaite, Premio Nacional de las Letras Españolas y no es de extrañar pues esta obra es un claro ejemplo que hizo de ella una de las grandes escritoras española.
            La literatura oral ha perdido la gran presencia que tuvo antaño, pero no se puede decir que haya desaparecido pues a todos de niños nos han cantado nanas, nos han contado cuentos, por lo que no está perdida, los cuentos que normalmente nos cuentan son los famosos cuentos de los hermanos Grimm. En este caso se trata de la versión de Perrault pues falta la figura del leñador. Carmen Martín Gaite de esta forma nos acerca una versión de este cuento popular con una perspectiva moderna, y acertó ciertamente en ello, lo vemos en la cantidad de ediciones posee y el éxito que ha alcanzado.
            Por tanto la lectura de este libro es un paseo por nuestro intertexto lector, ya desde el título nos acercamos a la obra y empezamos a relacionarla con el cuentecillo. En seguida empezamos a buscar los elementos que nos son familiares y la magia radica en el disfrute de las nuevas sorpresas que nos vamos encontrando a lo largo de la historia, con esto me refiero sobre todo a la presencia de un nuevo personaje clave en este caso para su finalidad moral; pues esta historia tiene un propósito que queda lejos del que tuvo en su momento Caperucita roja, y este nuevo propósito nos lo marca este personaje. En este caso el tema fundamental es la libertad, la disyuntiva por la que caminan los adolescentes entre la obediencia y la libertad.
Al tratarse de una etapa complicada de la juventud en la que la historia pone de relieve esa sensación de libertad que tanto ansían, esta historia tiene mucho camino recorrido para tener éxito, el único problema que podría aparecer es un rechazo inicial puesto que viven un proceso de crecimiento en el que ya no se sienten niños y rechazan cualquier cosa que se les relacione con este mundo infantil al que asociamos el cuento de Caperucita roja.

            En nuestra historia caperucita se llama Sara Allen, que es una joven que pone de manifiesto su  pasión creadora de historias y palabras, vive en Manhattan en la llamada jungla de asfalto por esto es el lugar perfecto para que tome realidad el bosque por el que iba la jovencita. Al igual que en el cuento, Sara va sola a casa de abuela para llevarle una tarta de fresa, pero en este caso Sara va en contra de la voluntad de su madre escapándose. Por el camino, en el metro se encuentra con el personaje citado antes, Miss Lunatic que es de gran importancia en esta historia, pues es quien nos da una visión moral y pone de manifiesto la libertad que los adolescentes buscan y por ello es tan bien Madame Bartholdi madre del artista que a su vez inspiró el rostro de la estatua de la libertad, aquí un nuevo guiño de este personaje con la libertad.

            Por el camino además conoce al lobo, el señor Woolf que es un pastelero que quiere para sí la receta de la tarta que lleva Sara para su abuela. De tal forma que el lobo queda desprovisto de la imagen que tenía en el cuento tradicional, sin embargo ahora se trata más de un codicioso y avaro que quiere para sí la receta de la deliciosa tarta que lleva Sara a su abuela.

            La primera parte en la que se nos presenta la nueva visión del cuento popular es un poco lenta pero necesaria para que los lectores menos experimentados afiancen su intertexto lector y lleguen a la segunda parte con el planteamiento bien fijado. Las ideas expuestas en la segunda parte son clave del tema, cada frase que nos dice Miss Lunatic se podría comentar, y es algo que se puede llevar a las aulas para tratar. Además es un buen ejemplo para la reelaboración del conocimiento en todos los sentidos, pues este tipo de ejercicios ayuda a que los alumnos reelaboren sus conocimientos y creen nuevos pudiendo extrapolar esto a otras disciplinas.

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