miércoles, 22 de enero de 2014

Reseñando a Campos de fresas de Jordi Serra i Fabra




SIERRA I FABRA, Jordi: Campos de fresas, Madrid, SM, 1997, 144 páginas. Colección Gran Angular – Serie Alerta Roja.

Jordi Sierra i Fabra (1947) es un escritor catalán muy reconocido. Ha publicado más de 400 libros y ha obtenido multitud de premios, entre los que destacamos la Placa de Plata en 2001 y la Placa de oro en 2005 de la editorial Cruïlla por su obra Campos de fresas. Esta obra, Campos de fresas, fue publicada en 1997, pero, aún así, sigue siendo uno de los libros más vendidos del autor y uno de los más leídos en los centros escolares de España.

 En Campos de fresas, vemos como Sierra i Fabra toca el tema de las drogas, al igual que en Noche de viernes, sin embargo en esta última lo hace de un modo mucho más cruel y duro. El autor repite temática, pero lo enfoque que le da en Campos de fresas es mucho más sentimental, por lo que considero que puede gustar y atraer a más lectores.

            Sierra i Fabra en Campos de fresas nos cuenta que durante una noche de fin de semana, Luciana, una joven de 18 años, entra en coma tras consumir una pastilla de “eva”, una droga muy similar al éxtasis. Sus amigos, que también han consumido pero se encuentran bien, están destrozados por lo sucedido. En unas pocas horas, la noticia del coma de Luciana ha trascendido. La familia de la joven, su mejor amiga Loreto (que sufre de bulimia) y su novio Eloy van al hospital para ver cuál es su estado. La policía está investigando el caso e incluso la prensa se ha hecho eco de la noticia.
 
En estas horas cruciales para la vida de Luciana, los médicos no pueden hacer nada más por ella, porque no saben qué sustancias químicas contiene la droga que ha consumido. Eloy desesperado decide buscar al camello que les vendió esas pastillas a sus amigos para salvar la vida de su novia. Mientras tanto, Luciana lucha una partida de ajedrez con la muerte.

En cuanto a la estructura del libro, se caracteriza por un uso hábil de los procedimientos narrativos. Los capítulos son breves pero intensos, siempre ocurre algo impactante en ellos. Además, los títulos de estos capítulos hacen alusión a los movimientos que se pueden realizar en una partida de ajedrez, por lo que se ve más claramente cómo es el juego, la lucha, de Luciana por su vida.

El estilo está marcado por un lenguaje muy sencillo y muchos diálogos, por lo que el ritmo narrativo es muy rápido. Apenas hay descripciones de los lugares, el autor se centra más en describir los pensamientos, sentimientos y vivencias de los personajes. Especialmente conmovedores son los monólogos de Luciana durante su coma, que sabiamente Sierra i Fabra diferencia utilizando una letra cursiva.

Para concluir, decir que a la hora de trabajar la lectura en la clase, utilizaría Campos de fresas con alumnos a partir de quince años. Sobre todo, creo que funcionaría muy bien con actividades de debate en las que estimularía la reflexión no solo con el tema de las drogas, ya que en la obra podemos encontrar otras cuestiones como: las relaciones de incomunicación que hay entre padres e hijos durante la adolescencia, la bulimia o la ética de los medios de comunicación.
 

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