Jordi Sierra i Fabra |
Jordi
Sierra i Fabra logra con la novela Campos
de fresas (Ediciones SM, Alerta Roja, 22ª Edición, Madrid, 2004), una vez
más, atraer al lector, enseñarle y hacerle pensar: tres de los objetivos que,
en mi opinión, la Literatura Infantil y Juvenil debe reunir para ser
recomendada en el aula. Aunque la entrada de mi compañero Gonzalo Navarro Agulló basta para entender Campos de fresas, comentaré mi impresión tras la lectura y porqué la recomendaría en una clase de secundaria.
24ª edición de Campos de fresas |
La
historia de una niña aficionada al ajedrez se relata en breves capítulos que
vienen encabezados, a modo de título, por un movimiento de la partida que las
piezas blancas (Luciana, su novio, Eloy, y sus amigos Santi, Máximo, Cinta…)
juegan con las negras (la muerte); de ahí que el lema que el escritor catalán
les presenta a los adolescentes en este libro sea “No bailéis con la muerte”.
La
droga causa el coma de la protagonista. Durante un fin de semana, tiempo que ocupa
la narración, los médicos, familiares y amigos de Luciana tratan de reanimarla.
Seguramente, a Sierra y Fabra, y, finalmente, también al lector, no le preocupa
que la chica se salve o no; lo que realmente atrae de este libro es la angustia
que causa la adolescencia en el amor: temas pilares. Los diálogos (base sobre
la que se asienta esta y gran parte de la prolífica obra del autor) consiguen
plasmar la realidad de forma diáfana, sin filtros; mediante las voces de los
personajes, sus inquietudes, sus ideas… el lector interpreta y construye su
historia. No obstante, las descripciones de espacios cercanos al adolescente
(salas de fiestas, hospitales, escritorios, dormitorios…), a las puertas de la
mayoría de edad, guían al lector en el desarrollo de la trama. La acción es el
elemento sobre el que se basan estas frases cortas que giran en torno a la
situación de Luciana. El tema, pues, es sencillo (de ahí quizá el éxito y las
ediciones de Campos de fresas); sin
embargo, la estructura es arriesgada, inusual en Literatura Infantil y Juvenil:
cada capítulo (cada movimiento de la partida de ajedrez) lo narra un personaje
distinto.
Campos de fresas |
Semánticamente,
el nombre de cada uno de ellos simboliza, en mi opinión, distintas ideas que
definen su personalidad: Eloy, la pareja de la enferma, quizá conjunte “el hoy”
(aprovechar cada momento para salvar a Luciana ‒protagonista que reúne la
claridad “luz” y la raíz del cianuro que la envenena “ciana”‒); la hermana pequeña,
Norma, muestra el fiel reflejo de la norma y conducta de la mayor (Luciana); los
secundarios tampoco son casuales, por ejemplo, el periodista sin escrúpulos,
Mariano Zapata recuerda por su apellido a Emiliano, líder de la Revolución
mexicana, infatigable y persuasivo en su pataleo.
Fuera
ya de estas interpretaciones, totalmente personales, cabe destacar, como
conclusión, la enseñanza que Sierra i Fabra presenta en Campos de fresas: las drogas causan problemas. Si las personas a
los que se enfoca tal lectura ‒presas, muchas veces de modas‒ además de
aprender vocabulario, mejorar su expresión, y divertirse, se ponen en la piel
de la protagonista y, por ejemplo, piensan en ella antes de rechazar una
pastilla en una discoteca… serán libres en su decisión, y el objetivo de la LIJ
se habrá cumplido.
Una de tantas personas presas |
No hay comentarios:
Publicar un comentario