Vale. De
acuerdo. Tal vez sea demasiado pretencioso comenzar ya desde el título pidiendo
la adaptación de la obra que se pretende comentar. Pero todo está justificado.
Es innegable la calidad del drama de Sierra i Fabra, en el que conjuga una
prosa sencilla con un diálogo rápido y con vida. Desde las primeras páginas el
autor consigue enganchar al lector gracias a esa combinación de narraciones, en
la que se cuenta una misma historia desde diferentes puntos de vista.
Strawberry fields forever |
Aquí está, desde
mi punto de vista, el éxito de Campos de
fresas, ya que es en ese ir y venir de perspectivas, de registros, de
posicionamiento, donde radica la manejabilidad de la obra. Por esta razón,
resulta extraño que, tras más de quince años, la obra de Sierra i Fabra no haya
pasado a formar parte del imaginario cinematográfico. Porque la novela lo tiene
todo para ser un éxito también en taquilla.
En primer lugar,
nos encontramos con la historia en la que se inspiró el autor. Se trata de una
joven inglesa que murió tras cinco días en coma a causa de la ingesta de una
pastilla de éxtasis, tal y como le pasa a Luciana, la protagonista, aunque sin
el fatídico desenlace. Así pues, este es un punto favorable para la
construcción de la obra, ya que le aporta un grado de credibilidad que a los
alumnos les puede llamar la atención. No obstante, considero que, para calar
más en las conciencias de los jóvenes, Luciana tendría que haber muerto y, así,
llenar de más dramatismo el mensaje de la obra.
Siguiendo esta
misma línea, tendríamos el tema de las drogas, que se presenta como el
desencadenante negativo de la trama; además de ser el motor sobre el cual gira
toda la acción de la novela. Los personajes actúan, piensan, sufren y se
desenvuelven a raíz de la pastilla que se toma Luciana con sus amigos. De este
modo, Jordi Sierra i Fabra logra que el lector empatice con los diferentes
personajes y comparta su angustia y desasosiego. Ello, además, causa un rechazo,
a lo largo de la novela, de las drogas, aunque, repito, se hubiera conseguido
una mayor repudia si la joven en coma hubiera fallecido.
Otro de los
factores que dota a Campos de fresas
de éxito, y que sin duda también lo cosecharía su versión cinematográfica, es
el de la adolescencia y la amistad. Así pues, los jóvenes lectores buscan
identificarse con los personajes de las obras que tienen entre sus manos. Por este
motivo, Serra i Fabra acierta a la hora de crear un grupo de amigos de entre
diecisiete y dieciocho años que, a pesar de las adversidades, se recompone para
ayudar a un miembro del grupo. Son dos los momentos clave que reflejan esta
unión e indivisibilidad de la amistad. Por un lado, tenemos el caso de Loreto y
su desorden alimenticio, el cual pretende superar para ayudar a su amiga
comatosa. Por otro lado, nos encontramos con el novio despechado, Eloy, que se
lanza a la calle en busca de una solución y que, finalmente, será ayudado por
Cinta, Santi y Máximo, los “causantes” del estado de Luciana. Así pues, los
amigos se convierten en su propio y único apoyo. Discuten, se enfadan, se
culpan; pero al final se apoyan y resuelven sus problemas juntos, al margen de
los adultos.
En un segundo
plano descubrimos dos temas que, a pesar de su superficialidad en la obra, se
resuelven imprescindibles para una buena lectura juvenil. Estos son el amor y
el conflicto familiar. El primero lo vemos reflejado en las dos parejas de
jóvenes: Luciana-Eloy y Cinta-Santi.
Mientras que los
conflictos familiares los encontramos en casi todos los adolescentes y sus
familias. En primer lugar, y el caso más evidente, Luciana con sus padres a
raíz de la ingesta de la pastilla y las consecuencias que se derivan de ello. Asimismo,
tenemos también a Loreto, la bulimia y el constante seguimiento y protección de
sus padres. En esta misma vertiente observamos a Máximo, a quién sus progenitores
controlan todos sus movimientos y él se revela contra ellos. Por último, el
caso opuesto lo tenemos en Cinta, Santi y Eloy, cuyos padres parecen desaparecer
el fin de semana y se despreocupan totalmente de sus respectivos hijos.
Por todo ello, Campos de fresas necesita, y se merece,
una adaptación cinematográfica. Porque está basada (inspirada, más bien) en una
historia real. Porque habla de las drogas y sus funestas consecuencias. Porque sus
protagonistas son adolescentes. Porque lo tiene todo: drama, amistad, amor… me
atrevo a decir, además, que una película de Campos
de fresas triunfaría en las salas como lo ha hecho la novela de Jordi
Sierra i Fabra. Y si encima en el reparto tienes a Mario Casas como el novio
despechado, taquillazo asegurado.
Totalmente de acuerdo. Una película de este tipo acercaría la LIJ a un público mayor. Ya imagino a Antonio Resines de comisario...
ResponderEliminarAl menos el Trailer ya lo tenéis, cortesía de las compañeras y compañeros del curso pasado: Book Trailer Campos de Fresas
ResponderEliminarResulta que sí que hay película... lo descubrí el martes. Es una producción de 2005 para la pequeña pantalla, aquí un fragmento: http://youtu.be/Ju4NOApxLK8
EliminarAunque mi propuesta es que se realice una "superproducción" para el cine, para dar a conocer (más aún si cabe) la obra de Jordi Sierra i Fabra.