El príncipe que todo lo aprendió en los
libros
Jacinto Benavente, autor de la obra
teatral El príncipe que todo
lo aprendió en los libros nació
en Madrid en 1866. Es un dramaturgo español cuyos comienzos en El nido ajeno (1894) permitieron vislumbrar
una profunda renovación del teatro en castellano. El valor de su extenso
trabajo radica en la introducción de referentes europeos y modernos en el
teatro español. Benavente, quien conocía muy bien la producción escénica que se
desarrollaba más allá de los Pirineos, supo incorporar con acierto influencias
que resaltaron notablemente muchas de las cualidades de su teatro. En la última
etapa de su vida literaria, dominada en algunos aspectos por su familiaridad
con el modernismo, escribió algunas obras de teatro infantil, cuyo tono poético
y fina ironía cristalizan en piezas como El
príncipe que todo lo aprendió en los libros.
La obra comienza con la despedida entre el
príncipe y sus padres. La reina se muestra muy triste y apenada porque su hijo
va a salir al mundo real por primera vez. En su primera aventura, al joven príncipe
lo acompañarán Tonino y el preceptor. Éste último, leía continuamente libros
científicos y creía que éstos eran los únicos que poseían toda la verdad, por
el contrario, el joven príncipe, estaba acostumbrado a leer cuentos de
princesas y hadas, y al igual que el preceptor tenía la firme convicción de que
la vida era idéntica a lo que leía en los libros. Cuando los tres personajes
comienzan su andadura se encuentran con dos caminos, y es aquí cuando empieza
el primer conflicto, pues deben tomar una decisión. El príncipe y Tonino no
logran ponerse de acuerdo, así que cada uno decide tomar un camino. En ese
momento aparecerá la Bella, una mujer que les ofrece comida y les da
hospitalidad en su casa, Tonino que se encontraba hambriento decide ir con
ella.
El príncipe se encuentra con una vieja que
le ofrece su cabaña, pero él creerá que es un hada y que, o bien va a llevarlo
hacia su princesa, o ella misma se convertirá en princesa. Cuando ambos se
encuentran en la cabaña de la vieja, aparecen dos leñadores que amenazan con
matar al príncipe, el cual decide luchar, pero la vieja logra convencerlo y
ambos huyen.
Por otro lado, Tonino llega a casa de la
Bella y allí se encuentra un Ogro hambriento al que solo le importaba beber y
comer. El Ogro era un hombre muy egoísta y soberbio que no deja a Tonino más
que comer de sus sobras. Tonino pensaba que el Ogro quería comérselo, pero no
es así, cuando el Ogro se encuentra saciado comienza a ser más agradable con
Tonino, le ofrece vino y ambos se emborrachan. En el mismo momento en el que el
Ogro se queda dormido, aparecen en escena el príncipe y la vieja. Ambos
personajes comienzan a contarse lo sucedido y empiezan de nuevo a debatir sobre
qué libros son más certeros, los cuentos o los libros de ciencias. Cuando salen
de casa del Ogro, la vieja les guía por el camino correcto en el que se
encontrarán con tres princesas, hijas del rey Chuchurumbé. El Rey le ofrece la
mano de cualquiera de sus hijas al príncipe, y éste como había leído en los
cuentos que los príncipes siempre se casaban con la hija más pequeña, decide
hacer lo mismo. Cuando la vieja aparece decide hacer ver al príncipe que ha
tomado una mala decisión. Para demostrárselo realiza una serie de preguntas a
las hermanas, así el príncipe logra comprobar que la princesa a la que ha
escogido es la más egoísta, materialista y la menos noble de las hermanas. En
este momento Jacinto Benavente nos da una lección de moral, pues no siempre
debemos hacer caso de lo que nos dicen de los demás, debemos ser nosotros
mismos quienes juzguemos al conocer a las personas.
Al final de la obra los reyes aparecen en
escena de nuevo. El rey le pregunta a su hijo ¿Estás ya desengañado? ¿Aprendiste
que la vida no es un cuento de hadas? Con estas preguntas el lector debe
reflexionar y comprender que el Rey tiene razón, pues la vida no es fácil o
bonita en algunas ocasiones.
Pero el príncipe no se queda callado ante
las palabras de su padre, y es aquí cuando el autor introduce un pequeño monólogo
en el que nos hace ver que sin alegría, magia e ilusión, la vida no tendría
sentido.
En mi opinión padre e hijo tienen parte de
razón, pues debemos saber ver la vida de una manera realista, pero también
tenemos que dar un pequeño toque de ilusión a todo aquello que realizamos o que
queremos conseguir.
Creo que El príncipe que todo lo aprendió en los libros es una obra muy
interesante para tratarla en el aula, ya que es fácil de representar y además,
inculca una serie de valores y reflexiones.
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