Libro de las M´Alicias.
Anaís Pérez Gonzálvez.
Anaís Pérez Gonzálvez.
El libro de las M´ Alicias
es un álbum editado por SM en la colección de "Barco de vapor"; su autor es Miquel
Obiols y con este libro pretende hacer una aproximación al mundo onírico reflejado
en el libro de Lewis Carrol: Alicia en
el país de las maravillas.
Así pues, la obra se desarrolla partiendo del hecho de que el lector debe poner en juego las relaciones de intertextualidad y entender la relación entre el libro de Lewis Carrol y este álbum. En ella, al menos al principio, no se contextualiza el mundo de los sueños, pero sí se observa elementos fantásticos, metáforas, y se muestra por parte del autor una forma simbólica a la hora de expresarse. En un segundo plano, nos encontramos con el tema central de la obra: el autor hace una clara referencia a los problemas de la adolescencia utilizando este simbolismo para apoyar la historia de Alicia, la protagonista del cuento, basada en el caos, las actitudes agresivas, la incomprensión, el malestar social y toda esta series de cuestiones que florecen y se encuentran a flor de piel en el cuerpo de un adolescente.
Así pues, la obra se desarrolla partiendo del hecho de que el lector debe poner en juego las relaciones de intertextualidad y entender la relación entre el libro de Lewis Carrol y este álbum. En ella, al menos al principio, no se contextualiza el mundo de los sueños, pero sí se observa elementos fantásticos, metáforas, y se muestra por parte del autor una forma simbólica a la hora de expresarse. En un segundo plano, nos encontramos con el tema central de la obra: el autor hace una clara referencia a los problemas de la adolescencia utilizando este simbolismo para apoyar la historia de Alicia, la protagonista del cuento, basada en el caos, las actitudes agresivas, la incomprensión, el malestar social y toda esta series de cuestiones que florecen y se encuentran a flor de piel en el cuerpo de un adolescente.
Este
álbum está dividido en 10 partes, cada una de ellas corresponde a un capítulo.
Los capítulos son breves, su extensión se centra en un párrafo; cada párrafo es
independiente del anterior, aunque es cierto que el álbum sigue una progresión
con la que irremediablemente los capítulos se relacionan.
El
capítulo uno nos sumerge directamente en la vida de la pequeña Alicia, llena de
caos: está sentada en el ordenador cansada de no hacer nada, y decide salir con
sus amigos; en este momento no sabe qué ponerse y, a pesar de que su madre le
dice que va bien conforme está, ella no le hace caso, y decide ver cómo
vestirse. El autor haciendo uso de lo fantástico y simbólico, nos dice que
Alicia abre la nevera para arreglarse y resulta que todo está congelado pero, aun
así, ella decide coger unas orejas con pendientes, una nariz mediana con la punta
un poco redondeada, dos pechos gorditos y unas piernas largas, y , con ello
Alicia ya está feliz. Claramente el autor nos hace ver la problemática de la
vestimenta en los adolescentes con este simbolismo exagerado, haciéndonos ver que esta época es la
más rebelde a la hora de vestirse, en la que se pasa por alto los consejos que el padre o
la madre puedan dar sobre ello.
El segundo capítulo, hace alusión a la agresividad y al mal humor del niño-joven, sobre todo, cuando los familiares no paran de hacer preguntas e insinuar cómo actuar. El resultado de esto es que Alicia estalla en el sentido más literal posible, es decir, queda como un rompecabezas, a trocitos. De nuevo, el autor quiere hacernos ver de una forma más metafórica, que los mayores agobian a veces a los jóvenes, tanto es así que no ayudan a paliar la actitud de los adolescentes, sino al contrario, consiguen una respuesta negativa. El capítulo tres nos sitúa en el patio de recreo, en este tiempo los alumnos cuelgan sus cerebros para que se sequen; se trata de una metáfora que indica que en este momento los alumnos desconectan intelectualmente. Además, se une este hecho a la acción de la profesora: esta “seca los cerebros” y los alumnos quedan tan alelados por esto que repiten como si fueran loros las lecciones; en el caso de Alicia, esta obtiene un sobresaliente como recompensa por memorizar y repetir la lección. Está claro que con este capítulo Miquel Obiols quiere hacer una crítica al sistema educativo.
El capítulo cuatro nos sitúa en la calle. Después del colegio, de camino a casa (se deduce), Alicia es atropellada por la calle; el guardia Bill la recoge y la enrolla para colocarsela debajo del brazo y llevarla a casa; cuando la deja en casa, la madre la desenrolla, la seca y la extiende en el sofá. Se trata de una forma de expresar que a veces los adultos, y en un sentido más amplio, la sociedad, no entiende a los adolescentes, ni sus problemas, haciéndoles sentirse, por conforme los tratan, como objetos. El capítulo cinco narra cómo después de recuperarse, Alicia se pone a ver la televisión: la televisión fuma y sube su volumen para que esté muy alto; Alicia dice que lo que quiere ver no corresponde con lo que la televisión emite, finalmente le pega un golpe, y esta empieza a vomitar porquerías. Se trata de hacer ver que la televisión perjudica así como lo hace el tabaco, solo emite porquerías, es una “televisión basura”. El capítulo seis nos sitúa en un centro comercial: Alicia se pone en venta como si fuera una muñeca, y finge serlo cantando una canción: “Al niñito hay que insultar, y pegarle si se pone, si se pone a estornudar…” Esto implica, de nuevo, cómo los adolescentes se sienten: como si fueran muñecos sin libertad. El capítulo siete, es el más complejo y simbólico, en él podemos empezar a darnos cuenta de que estamos ante un sueño: en él se cuenta cómo Alicia con tres amigos va a merendar; comen cosas incomibles como “marietas cola-cola” y “burguesas de reloj”. En él se destaca cómo Alicia come en exceso, mientras que sus amigos se van yendo, quedándose también finalmente sin su otra amiga: la comida. Aquí el lector puede poner de relieve su intertexto lector ya que quizás del álbum sea el capítulo más representativo para relacionarlo con el libro de Lewis Carrol y “la merienda de locos”, con el Lirón, el Sombrerero y la Liebre de Marzo.
En este sentido, es importante señalar que son muy significantes las ilustraciones que acompañan al texto ya que son lo que más ocupa el espacio de las páginas, y sirven para fomentar la imaginación del lector y ponerlo en escena. En el capítulo ocho Betty, la amiga de Alicia, le lava el pelo; se trata de un capítulo en el que se vuelve a mostrar la disconformidad del adolescente con su físico: Alicia decide finalmente quedarse calva y llevar miel en su cabeza para que acudan todos los bichos de la naturaleza; en un sentido menos literario, se trataría de que Alicia quiere llamar la atención de todos. De nuevo, a su madre no le gusta el aspecto que lleva, pero a ella le da igual. En el capítulo nueve, se observa una paradoja: Alicia muerde a un perro rabioso, y se hace alusión a que la escuela es un lugar donde se fomenta esta actitud.
En el capítulo diez, se expresa el sentimiento de soledad e intimidad que el adolescente necesita; lo que hace Alicia es guardar en este tiempo a sus padres en el armario, a sus tíos en una cajita y a sus abuelos en el último cajón, y, por tanto, último lugar, del armario. Siguiendo con el tiempo que Alicia dedica para ella en el capítulo once se indica que Alicia devora, literalmente, los libros: los seca, y se come letra por letra; es decir, se hace un guiño al fomento de la lectura en los adolescentes indicando que esta puede que sea la fuente de creatividad de la protagonista. Por último, nos encontramos en el capítulo doce: en él se nos dice que Alicia acostumbra mucho a soñar. De esta manera, se cierra el cuento haciendo una propuesta al lector con este final, desde mi punto de vista, un tanto abierto: ¿Todo lo que hemos visto ha sido un sueño?
El segundo capítulo, hace alusión a la agresividad y al mal humor del niño-joven, sobre todo, cuando los familiares no paran de hacer preguntas e insinuar cómo actuar. El resultado de esto es que Alicia estalla en el sentido más literal posible, es decir, queda como un rompecabezas, a trocitos. De nuevo, el autor quiere hacernos ver de una forma más metafórica, que los mayores agobian a veces a los jóvenes, tanto es así que no ayudan a paliar la actitud de los adolescentes, sino al contrario, consiguen una respuesta negativa. El capítulo tres nos sitúa en el patio de recreo, en este tiempo los alumnos cuelgan sus cerebros para que se sequen; se trata de una metáfora que indica que en este momento los alumnos desconectan intelectualmente. Además, se une este hecho a la acción de la profesora: esta “seca los cerebros” y los alumnos quedan tan alelados por esto que repiten como si fueran loros las lecciones; en el caso de Alicia, esta obtiene un sobresaliente como recompensa por memorizar y repetir la lección. Está claro que con este capítulo Miquel Obiols quiere hacer una crítica al sistema educativo.
El capítulo cuatro nos sitúa en la calle. Después del colegio, de camino a casa (se deduce), Alicia es atropellada por la calle; el guardia Bill la recoge y la enrolla para colocarsela debajo del brazo y llevarla a casa; cuando la deja en casa, la madre la desenrolla, la seca y la extiende en el sofá. Se trata de una forma de expresar que a veces los adultos, y en un sentido más amplio, la sociedad, no entiende a los adolescentes, ni sus problemas, haciéndoles sentirse, por conforme los tratan, como objetos. El capítulo cinco narra cómo después de recuperarse, Alicia se pone a ver la televisión: la televisión fuma y sube su volumen para que esté muy alto; Alicia dice que lo que quiere ver no corresponde con lo que la televisión emite, finalmente le pega un golpe, y esta empieza a vomitar porquerías. Se trata de hacer ver que la televisión perjudica así como lo hace el tabaco, solo emite porquerías, es una “televisión basura”. El capítulo seis nos sitúa en un centro comercial: Alicia se pone en venta como si fuera una muñeca, y finge serlo cantando una canción: “Al niñito hay que insultar, y pegarle si se pone, si se pone a estornudar…” Esto implica, de nuevo, cómo los adolescentes se sienten: como si fueran muñecos sin libertad. El capítulo siete, es el más complejo y simbólico, en él podemos empezar a darnos cuenta de que estamos ante un sueño: en él se cuenta cómo Alicia con tres amigos va a merendar; comen cosas incomibles como “marietas cola-cola” y “burguesas de reloj”. En él se destaca cómo Alicia come en exceso, mientras que sus amigos se van yendo, quedándose también finalmente sin su otra amiga: la comida. Aquí el lector puede poner de relieve su intertexto lector ya que quizás del álbum sea el capítulo más representativo para relacionarlo con el libro de Lewis Carrol y “la merienda de locos”, con el Lirón, el Sombrerero y la Liebre de Marzo.
En este sentido, es importante señalar que son muy significantes las ilustraciones que acompañan al texto ya que son lo que más ocupa el espacio de las páginas, y sirven para fomentar la imaginación del lector y ponerlo en escena. En el capítulo ocho Betty, la amiga de Alicia, le lava el pelo; se trata de un capítulo en el que se vuelve a mostrar la disconformidad del adolescente con su físico: Alicia decide finalmente quedarse calva y llevar miel en su cabeza para que acudan todos los bichos de la naturaleza; en un sentido menos literario, se trataría de que Alicia quiere llamar la atención de todos. De nuevo, a su madre no le gusta el aspecto que lleva, pero a ella le da igual. En el capítulo nueve, se observa una paradoja: Alicia muerde a un perro rabioso, y se hace alusión a que la escuela es un lugar donde se fomenta esta actitud.
En el capítulo diez, se expresa el sentimiento de soledad e intimidad que el adolescente necesita; lo que hace Alicia es guardar en este tiempo a sus padres en el armario, a sus tíos en una cajita y a sus abuelos en el último cajón, y, por tanto, último lugar, del armario. Siguiendo con el tiempo que Alicia dedica para ella en el capítulo once se indica que Alicia devora, literalmente, los libros: los seca, y se come letra por letra; es decir, se hace un guiño al fomento de la lectura en los adolescentes indicando que esta puede que sea la fuente de creatividad de la protagonista. Por último, nos encontramos en el capítulo doce: en él se nos dice que Alicia acostumbra mucho a soñar. De esta manera, se cierra el cuento haciendo una propuesta al lector con este final, desde mi punto de vista, un tanto abierto: ¿Todo lo que hemos visto ha sido un sueño?
Desde
mi punto de vista, este álbum sería ideal para que el profesor lo leyese con
sus alumnos adolescentes en clase e hiciese reflexionar sobre todas las cosas
que este autor, Miquel Obiols, podría estar diciendo. Es un libro que hace
pensar, y, además con él, el profesor podría conocer más a sus alumnos y ayudarles
como profesor. Creo que este libro fomenta la creatividad: con él se puede
enseñar cómo interpretar un cuento con este simbolismo, además de poner de
relieve el intertexto lector de cada uno. De esta manera, a pesar de tratarse
de un álbum, es muy factible tratarlo en secundaria, con alumnos de 1º, 2º y 3º
de la ESO, ya que requiere un nivel de lectura alto. Debo destacar para
finalizar que la labor del ilustrador Miguel Calatayud es imprescindible en el
álbum, pues es en lo que se apoya el texto, ya que en el libro la imagen
predomina, o al menos destaca más, y está por encima del texto; desde mi punto de
vista, creo que son importantes las ilustraciones en los álbumes pues se trata
de un tipo de libro que ayuda con todo sus elementos paratextuales a hacer pensar
al lector y comprender el mensaje. Además, se trata de un libro que está bien
escrito, a pesar de la brevedad del texto.
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